EL PROFETA MUHAMMAD

¿QUIÉN ES MUHAMMAD?
TIENE USTED QUE CONOCER A ESTE HOMBRE

Puede que sea usted ateo o agnóstico, o pertenezca a una de las muchas denominaciones religiosas, políticas o sociales existentes hoy en día. 
Independientemente de lo que sea usted, de cuáles sean sus creencias políticas e ideológicas, o de cuáles sean sus costumbres sociales y personales. 

TODAVÍA SIGUE SIENDO NECESARIO PARA USTED CONOCER A ESTE HOMBRE

La Enciclopedia Británica confirma... 
«... Incontables datos, procedentes de las primeras fuentes, demuestran que era un hombre honesto, honrado y que se había ganado el respeto y la lealtad de otros hombres igualmente honestos y honrados» (vol. 12). 
BERNARD SHAW, refiriéndose a él, declara: «Se tendría que haber llamado El Salvador de la Humanidad. Creo que si un hombre como él asumiese la dirección del mundo moderno, resolvería con éxito sus problemas, trayendo las tan necesarias paz y tranquilidad.» (The Genuine Islam, Singapur, vol. 1, número 8, 1936). 
«Fue, con mucho, el hombre más extraordinario que pisó este mundo. Predicó una religión, fundó un estado, erigió una nación, instauró un código moral, inició numerosas reformas políticas y sociales, estableció una sociedad fuerte y dinámica que practicó y dio a conocer sus enseñanzas y revolucionó completamente el mundo del pensamiento y el comportamiento humanos para todos los años venideros». 

«SU NOMBRE ES MUHAMMAD»  La Paz de Dios sea con El

Nacido en Arabia en el año 570 d. C., a la edad de cuarenta años comenzó su misión, predicando la religión de la Verdad, el Islam (culto a un Dios Único), y abandonó este mundo cuando contaba sesenta y tres años.
Durante este corto periodo de tiempo de veintitrés años como profeta transformó la Península Arábiga en su totalidad: del paganismo y la idolatría al culto a un Único Dios, de las disputas y guerras tribales a la solidaridad y la cohesión nacionales, de la embriaguez y el libertinaje a la sobriedad y la piedad, del desorden y la anarquía a la vida disciplinada, de la más absoluta quiebra moral a las normas sublimes de moralidad. Jamás la historia de la humanidad, ni antes ni después, ha conocido una transformación tan completa de un pueblo o lugar. Y todos estos increíbles prodigios se produjeron en tan SOLO DOS DÉCADAS 
Lamartine, historiador de fama mundial, declara refiriéndose a las maravillas fundamentales de la Grandeza Humana:
«Si la grandeza de intenciones, la escasez de medios y los resultados asombrosos son los tres criterios del genio humano, ¿quién podría osar comparar a un gran hombre de la historia moderna con Muhammad? Los hombres más famosos sólo crearon armas, leyes e imperios. Instauraron, si lo hicieron alguna vez, potencias materiales que a menudo se derrumbaban ante sus propios ojos. Este hombre movilizó no sólo ejércitos, legislaciones, imperios, pueblos y dinastías, sino millones de hombres procedentes de un tercio del mundo habitado.... Su indulgencia en la victoria, su ambición, dedicada enteramente a un ideal y no a erigir un imperio; sus infinitas oraciones, sus conversaciones místicas con Dios, su muerte y su triunfo sobre la muerte; todo ello da fe no de una falacia, sino de la firme convicción que le proporcionó la fuerza para restaurar un dogma. Un dogma que era doble: la unicidad de Dios y Su inmaterialidad; el primero habla de lo que Dios es, el segundo de lo que no es. El primero derroca los falsos dioses, el segundo formula una idea con las palabras.

Filósofo, orador, apóstol, legislador, guerrero, conquistador de ideas, restaurador de dogmas racionales, del culto sin ¡conos, fundador de veinte imperios terrenales y un imperio espiritual: ese es Muhammad.
Independientemente de las normas que se apliquen para evaluar la Grandeza Humana, podemos preguntar: ¿Existe algún hombre más grande que él? (Lamartine, Historie de la Turquie, París, 1854, vol. 11, págs. 276-277).

El mundo ha contado con grandes personalidades, pero han sido personajes parciales que destacaban en uno o dos campos, tales como el pensamiento religioso o el liderazgo militar. Las vidas y enseñanzas de estas grandes personalidades se desvanecen en la neblina del tiempo. Existen tantas especulaciones sobre las fechas y lugares de sus nacimientos, sus modos y estilos de vida, la naturaleza y contenido de sus enseñanzas y el grado y alcance de sus éxitos o fracasos, que resulta imposible, para la humanidad, reconstruir con exactitud sus vidas y enseñanzas.

No ocurre lo mismo con este hombre. Son tantos los logros que Muhammad (la paz de Dios sea con él) obtuvo en los campos del pensamiento y del comportamiento humanos, que su resplandor permanece sin mácula en la historia de la humanidad. Cada dato de su vida privada y de sus alocuciones públicas ha sido documentado con toda exactitud y conservado fielmente hasta nuestros días. La autenticidad de los archivos conservados ha sido confirmada no sólo por los seguidores de Muhammad, sino por sus mismos detractores.

Muhammad (la paz de Dios sea con él) fue maestro de la religión, reformador social, guía moral, coloso administrativo, amigo fiel, marido devoto, padre amoroso: todo en uno. Ningún otro hombre en la historia le supera o iguala en estos diferentes aspectos de la vida; pero únicamente a la personalidad desinteresada de Muhammad (la paz de Dios sea con él) correspondía alcanzar tan increíbles perfecciones.
Mahatma Gandhi, refiriéndose a la persona de Muhammad (La Paz de Dios sea con él) declara en Young India:
«Deseaba conocer lo mejor de aquel que conserva hoy una influencia indiscutible sobre los corazones de millones de hombres...
Cuando cerré el segundo volumen (de la biografía del profeta), lamenté no poder seguir leyendo sobre su excepcional vida».

Thomas Carlyle en su Héroes and Heroworship, se muestra sencillamente asombrado de «cómo un solo hombre, sin ayuda alguna, pudo convertir en menos de dos décadas tribus enemigas y beduinos nómadas en la nación más poderosa y civilizada». 
Diwan Chand Sharma escribió: «Muhammad era la personificación de la bondad, y todos los que le rodeaban sentían su influencia y no la olvidaban» (D. C. Sharma, The Prophets of the East, Calcuta, 1935, pág. 12). 
Edward Gibbon y Simon Ockely, refiriéndose a la expresión de fe en el Islam, escribieron: «Creo en un Dios Unico y en Muhammad, Enviado de Dios»; es la sencilla e invariable profesión de la fe islámica.

«La imagen intelectual de Dios jamás ha sido degradada por ídolo visible alguno; el honor del profeta nunca transgredió la medida de las virtudes humanas; y sus preceptos de vida han confinado la gratitud de sus discípulos a los límites de la razón y la religión» (History of the Saracen Empires, Londres, 1987, pág. 54).
Muhammad (la paz de Dios sea con él) no era ni más ni menos que un ser humano. Pero fue un hombre con una noble misión, que consistía en aunar a la humanidad en el culto a Dios Uno Y Único, y enseñarla a vivir honesta y honradamente cumpliendo los preceptos de Dios. Muhammad siempre se describió a si mismo como «Un Siervo y Enviado de Dios», y eso, ciertamente, era lo que proclamaba cada uno de sus actos.

Refiriéndose al aspecto de la igualdad ante Dios en el Islam, la famosa poetisa de la India, Sarojini Naidu, declara: «Fue la primera religión que predicó y practicó la democracia; la democracia del Islam se materializa cinco veces al día, cuando al escuchar la llamada a la oración en la mezquita, los oradores se reúnen, donde reyes y campesinos se arrodillan juntos y proclaman: "Sólo Dios es el Supremo".» 
«Una y otra vez me ha sorprendido esta unidad indivisible del Islam que instintivamente hace de cada hombre un hermano» (S. Naidu: «Ideals of Islam», véase Speaches & Writings, Madras, 1981, pág. 169). 
Según palabras del catedrático Hurgronje, «la Liga de Naciones, fundada por el profeta del Islam, estableció el principio de la unidad internacional y la fraternidad humana sobre conceptos tan universales que mostraban el camino a otras naciones». Y continúa: «La realidad es que ninguna nación del mundo muestra paralelismo con lo que el Islam ha hecho por la consecución de la idea de la Liga de Naciones.»

El mundo no ha dudado en erigir en divinidades a personas cuyas vidas y misiones se han perdido en la leyenda. Históricamente hablando, ninguna de estas personas logró una mínima parte de lo que Muhammad (la paz de Dios sea con él) alcanzó. Y todo su esfuerzo tuvo como único objeto aunar a la humanidad en el culto a un Único Dios fundamentándose en códigos morales. Muhammad (la paz de Dios sea con él) y sus discípulos nunca en momento alguno declararon que él era el hijo de Dios, la reencarnación de Dios, o un hombre con poderes divinos. Pero siempre fue, y así se le sigue considerando, un Enviado elegido por Dios.
Michael H. Hart, que publicó un libro en el que clasifica a los hombres que contribuyeron al bienestar y perfeccionamiento de la humanidad, escribió: «Mi elección a la hora de elaborar la relación de las personas más influyentes del mundo puede sorprender a algunos lectores, y puede ser cuestionada por otros, pero él fue el único hombre de la historia que alcanzó el éxito absoluto tanto a nivel religioso como secular.» (M. H. Hart, The 100: A rankingon the rnost influentíalpersons in the History, Nueva York, 1978, pág. 33.

Hoy, tras catorce siglos, la vida y enseñanzas de Muhammad (la paz de Dios sea con él) han sobrevivido sin la más mínima merma, modificación o interpolación. Ofrecen la misma esperanza imperecedera para el tratamiento de muchas enfermedades actuales de la humanidad que ofrecían en vida del profeta. Y esto no es algo que declaren los discípulos de Muhammad (la paz de Dios sea con él), sino la inevitable conclusión impuesta por la historia crítica e imparcial. 
Lo que puede usted hacer como ser humano racional y con inquietudes es detenerse un momento y preguntarse a sí mismo: 
¿Pueden ser realmente ciertas estas declaraciones tan extraordinarias y revolucionarias? Y suponiendo que verdaderamente sean ciertas y no conozca usted a Muhammad (la paz de Dios sea con él) o no haya oído hablar de él, ¿no es hora de que se enfrente usted a este tremendo reto y se esfuerce por conocerlo? 
No sólo no le costará nada, sino que podrá ser el comienzo de una etapa completamente nueva en su vida. Le invitamos a que descubra a este hombre excepcional, «Muhammad (la paz del Señor sea con él)».

LAS RAZONES DETRÁS DE LOS VARIOS MATRIMONIOS DEL PROFETA MUHAMMAD (la paz de Dios sea con él)

Khadija: Que Dios pueda estar complacido con ella. Fue la primera de las esposas del Profeta. En el momento de su matrimonio tenía cuarenta años y Muhammad (la paz de Dios sea con él) veinticinco. Fue la madre de todos sus hijos excepto uno, Ibrahim, que no vivió mucho tiempo. Aparte de ser su esposa, era su amiga y la que compartía sus inclinaciones e ideas hasta un punto notable. Vivieron juntos en profunda armonía durante veintitrés años. La amó tan profundamente que no se casó con ninguna otra mientras ella vivió. Aunque fue leal y fiel con todas sus esposas, nunca se olvidó de Khadija después de su muerte y mencionaba sus virtudes y méritos ampliamente en muchas ocasiones. El Profeta no se casó con otra durante cuatro años luego de la muerte de Khadija. Muhammad (la paz de Dios sea con él) hizo de madre como de padre, suministrándoles a sus hijos el alimento diario, soportando sus problemas y agobios, y cuidándolos. 

Aisha: Que Dios pueda estar complacido con ella. Fue su segunda esposa, aunque no en el orden de los matrimonios. Era la hija de su amigo más íntimo y seguidor, Abu Bakr. ‘Aisha demostró ser una mujer notablemente inteligente y sabia. Su matrimonio fue la enseñanza a través de la cual fue preparada como una guía espiritual y maestra para todo el mundo femenino. Se convirtió en una de las mayores estudiantes y discípulos del Profeta. Cuando llegó el momento, demostró ser una de las más grandes autoridades en los hadices, una excelente comentarista del Corán y una experta (faqih) muy distinguida y reconocida en la ley Islámica. En verdad representó las cualidades y experiencias (zahir y batin) interiores y exteriores del Profeta Muhammad (la paz de Dios sea con él) a través de su entendimiento único. 

Umm Salamah: Que Dios pueda estar complacido con ella. Era del clan de Makhzum. Primero se casó con su primo. Juntos abrazaron el Islam cuando éste recién comenzaba. Su marido participó en muchas batallas y recibió graves heridas en la batalla de Uhud, por las que luego murió. Abu Bakr y ‘Omar le propusieron matrimonio, sabiendo de sus necesidades al ser una viuda con hijos, ella los rechazó porque, según su juicio, nadie podía ser mejor que su difunto esposo. Algún tiempo después, el Profeta ofreció casarse con ella. La llevó ante su familia, esto lo hacía desde su juventud, hacerse amigo de aquellos que no tienen amigos, apoyar a los que no tienen apoyo y proteger a los desprotegidos. Umm Salamah era inteligente y de rápido entendimiento como ‘Aisha. Tenía todas las capacidades y dones como para convertirse en una guía y maestra espiritual. En ésta época el Profeta se acercaba a los sesenta años. Este matrimonio no puede entenderse de otra manera más que con la humilde admiración por las reservas infinitas de su humanidad y compasión. 

Umm Habibah: Que Dios pueda estar complacido con ella. Fue la hija de Abu Sufyan, quien durante mucho tiempo había sido el enemigo más decidido de la misión del Profeta, y el partidario más determinado de kufr (infidelidad) Aún así su hija fue una de las primeras conversas al Islam. Emigró a Abisinia por la persecución de los no creyentes, y allí murió su marido quedando completamente sola y desesperada, en el exilio. Podía volver a la casa de su padre, que ahora eran los cuarteles de guerra contra el Islam, pero eso era impensable. El Profeta al enterarse de su difícil situación, le respondió enviándole un ofrecimiento de matrimonio a través del rey Negus. Esta fue una acción noble y generosa, y una prueba práctica del versículo: No te hemos enviado más que como una misericordia para todas las criaturas (al-Anbiya, 21.107)A través de este matrimonio la poderosa familia de Abu Sufyan se entrelazó con el Profeta y su familia. Sin duda este matrimonio con Umm Habibah fue el que transformó el odio del clan que había gobernado casi durante cien años. 

Zaynab bint Jahsh: Que Dios pueda estar complacido con ella. Era noble de nacimiento, descendía de un pariente del Profeta. Era una mujer muy piadosa que ayunaba mucho, mantenía largas vigilias, y le daba generosamente a los pobres. Cuando el Profeta pidió la mano de Zaynab para Zaid, la familia de Zaynab y ella misma al principio estuvieron poco dispuestos a aceptar. La familia había esperado que su hija se casara con el Profeta. Cuando se dieron cuenta de que era el deseo del Profeta que ella se casara con Zayd, lo consintieron por amor al Profeta, y el matrimonio se llevó a cabo. La razón por la que insistía el Profeta con este matrimonio era para establecer y fortificar la igualdad entre los Musulmanes, para hacer realidad este ideal. Ya que Zayd había sido capturado de niño y vendido como esclavo. El Profeta lo había liberado y adoptado como su hijo. Este matrimonio fue inestable porque eran incompatibles. Zayd expresó el deseo de divorciarse. El Profeta, insistió en que debía perseverar y no separarse de Zaynab. En una ocasión mientras el Profeta estaba conversando, el ángel Gabriel llegó y le dio una Revelación Divina (Bukhari, Tawhid, 22) El matrimonio del Profeta con Zaynab fue anunciado en los versículos revelados como un lazo ya contraído:Ya la hemos casado contigo (al-Ahzab, 33.37) Esta orden fue una de las pruebas más serias que tuvo que enfrentar el Profeta. Se le ordenaba hacer algo en contra de las tradiciones de su pueblo, esto era un tabú. ‘Aisha luego dijo: Si el Mensajero de Dios hubiera estado inclinado a suprimir cualquier cosa que le fue revelada, seguramente hubiera suprimido este versículo (Bukhari y Muslim) Zaynab demostró ser muy digna como esposa del Profeta; siempre fue consciente de las responsabilidades y las cortesías propias de su rol.

En la jahiliyya (ignorancia), un hijo adoptivo era considerado un hijo natural, por lo tanto la mujer de un hijo adoptivo se la consideraba la mujer de un hijo natural. Según los versículos Coránicos, aquellas que han sido “esposas de sus hijos procedentes de su descendencia” caen dentro de los grados prohibidos del matrimonio. Pero esta prohibición no se relaciona con los hijos adoptivos con quienes no hay una consanguinidad real. Ya que el matrimonio del Profeta con Zaynab fue ordenado por la Revelación la costumbre de no casarse con las mujeres de los hijos adoptivos fue desarraigada. 

Juwayriyah bint Harith: Que Dios pueda estar complacido con ella. Fue una de las tantas cautivas capturadas por los Musulmanes en una expedición militar. Era la hija de Harith, jefe del clan derrotado Banu Mustaliq. El Profeta entendió que ella tenía el orgullo y la dignidad heridos, y en su sublime sabiduría supo cómo resolver el problema y curar ese orgullo herido. Pagó su rescate, la liberó y le ofreció tomarla como su esposa. Juwayriyah aceptó alegremente este ofrecimiento. Se liberaron alrededor de cien familias cuando los Ansar (los Ayudantes) y los Muhajirin (los Emigrantes) se dieron cuenta de que los Bani Mustaliq ahora estaban entre los parientes del Profeta a través del matrimonio. Una tribu tan honrada no podía permanecer en la esclavitud. (Ibn Hanbal, Musnad, 6,277) 

Safiyyah: Que Dios pueda estar complacido con ella. Era la hija de Huyayy, uno de los jefes de la tribu Judía de Khaybar. Había perdido a su padre, hermano y marido en manos de los Musulmanes, y se había vuelto una de sus cautivas. Tres días antes de que el Profeta, (la paz de Dios sea con él) llegara a Khaybar, Safiyyah cayó cautiva en la batalla, había tenido un sueño: una luna brillante que salía de Medina, se movía hacia Khaybar y caía sobre su regazo. Luego dijo: “Cuando fui capturada comencé a esperar que mi sueño se hiciera realidad”. Cuando la llevaron ante el Profeta como una cautiva, éste generosamente la liberó y le ofreció elegir entre permanecer como judía y volver a su pueblo o entrar al Islam y convertirse en su esposa. “Elegí a Dios y su Mensajero”, dijo. Poco después se casaron.  

Sawdah bint Zamah: Que Dios pueda estar complacido con ella. Era la viuda de un Sakran. Sakran y Sawdah estuvieron entre los primeros en abrazar el Islam y los que fueron forzados a emigrar a Abisinia para escapar de la persecución de los idólatras. Sakran murió en el exilio y dejó totalmente destituida a su mujer. El Profeta Muhammad (la paz de Dios sea con él), aunque angustiado por los recursos de la subsistencia diaria, se casó con Sawdah. Este matrimonio tomó lugar un tiempo después de la muerte de la noble Khadija.  

Hafsah: Que Dios pueda estar complacido con ella. Fue la hija de ‘Omar ibn al-Khatab, el futuro segundo Califa del Islam. Había perdido a su marido que emigró a Abisinia y Medina y murió de las heridas recibidas en la batalla en la senda de Dios. Ella estuvo sin marido por un tiempo. ‘Omar también deseaba, como Abu Bakr, el honor y la bendición de estar cerca del Profeta en este mundo y en el otro, así que el Profeta, (la paz de Dios sea con él), tomó a Hafsah como su esposa para proteger y ayudar a la hija de su leal discípulo. 
Esas fueron las circunstancias y nobles motivos de los varios matrimonios del Profeta Muhammad (la paz de Dios sea con él).